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Un ryokan es un alojamiento tradicional japonés, con suelos de tatami, futón para dormir, y comida tradicional japonesa.
Los precios de los ryokan varían muchísimo, pero nunca son baratos.
El plan, normalmente, es el siguiente:
Al llegar, te dan siempre la bienvenida en la entrada, donde debes descalzarte y dejar tu calzado en una estantería.
Cuando llegas a la habitación, sólo ves paredes, shojis (puertas correderas de papel), y una mesita baja con un juego de té para sentarte en el suelo. ¿Y la cama?, más adelante.
Rapidamente vienen a entregarte lo que va a ser tu "uniforme" durante tu estancia: la yukata, unos calcetines monísimos con hueco especial para el dedo gordo del pie, y unas chancletas.
A todos nos hace mucha gracia pasearnos por el establecimiento. Ves sonrisas, risitas, comentarios, piropos...
Antes de cenar (cena tradicional japonesa), puedes relajarte y disfrutar del onsen (baño termal); eso sí, sabiendo de antemano que hay que entrar compeltamente desnudo; hombres por un lado, mujeres por otro, y sin tatuajes. En algunos ryokanes son interiores, en otros exteriores (rotemburo), una maravilla.
Tras la cena, y volver al onsen o tomarte una copita, vuelves a la habitación. Ahora sí, ya está la cama. Es un futón que estaba guardado tras uno de los shojis. Comodísimo y con un buen edredón.
Por la mañana, de nuevo con la yukata, vas a reponer fuerzas con un rico desayuno japonés. Los madrugadores podéis ir antes al onsen.
Tras el desayuno y una duchita, te cambias de ropa, y ya estás listo para seguir tu recorrido por este maravilloso país.
Es una experiencia que siempre nos gusta meter en nuestros viajes, ya que es algo totalmente típico, y bonito.
Os dejo una foto de dos clientas, madre e hija, que se alojaron con nosotros en el Ryokan Hoshokaku; otra de una de las habitaciones; y otra de mis pies :)
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Un abrazo,
Marta Vidaor - Viajes EUROTRIP